¿Cuantas veces en tu vida vas a construir tu propia casa?
Posiblemente sólo una, y la vas a vivir o a sufrir toda tu vida. Un arquitecto es capaz de ver más posibilidades y ofrecer muchas más soluciones en un mismo espacio de las que podrías imaginar. A pesar de ello, muchas personas se niegan a contratar sus servicios por considerarlos innecesarios. Muchos creen que la sola experiencia del maestro o albañil puede cumplir las mismas funciones de un arquitecto, cuando no es así. Gastos extras en tiempo y dinero, imprevistos y mala ejecución, son consecuencias que pueden suceder al no contratar a un profesional preparado para el proyecto y la construcción.
La contratación de un arquitecto tiene muchos beneficios, los más importantes son:
1. Diseño a la medida, con ideas creativas par optimizar espacios y recursos, atendiendo las necesidades y gustos del cliente.
2. Tranquilidad al propietario durante la construcción, programando y coordinando la obra, previendo complicaciones y solucionando imprevistos.
3. Propuesta y uso de materiales y elementos adecuados a los objetivos del proyecto.
4. Reducción del consumo energético con la optimización de instalaciones, generando ahorro de por vida, contribuyendo a la sustentabilidad de la construcción.
5. Estricto control de los recursos económicos que permiten conocer cuánto se gastará y como se utilizará el dinero.
6. Soluciones funcionales, estéticas y ecológicas que mejoran la calidad de vida del cliente y de su comunidad.
7. El buen diseño y la buena construcción siempre aportan un valor agregado: mayor valor inmobiliario a una propiedad, comodidad de la vivienda, más clientes para un comercio o mayor productividad en los lugares de trabajo.
Sin embargo, lo primero que se piensa al querer contratar un arquitecto es que "es muy caro". Nada puede estar más elejado de la realidad. Lo barato sale caro, y los proyectos mal llevados pueden traerte mayores incovenientes. El arquitecto es una inversión y se paga su propio honorario con los ahorros que realiza al evitarte gastos superfluos o trabajos mal hechos que se deben volver a realizar. El arquitecto es garantía de buena ejecución. Los honorarios de los arquitectos no son tan elevados como muchos creen; y siempre vale la pena pagarlos.
